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WANG SHU CHINWang Shu Chin es el mayor exponente del Hsing-I y el Pa-Kua en Taiwan. Un hombre enorme como un Buda, de más de 115 kg, siempre frunce el ceño ante la mención de los métodos duros y externos de Shaolín. Siempre decía que partir ladrillos y tejas no demostrará nada hasta que las tejas y los ladrillos puedan moverse y pensar como seres humanos. La vida privada de Wang era bastante misteriosa. Supuestamente, poseía varias tiendas de arroz y era líder de un movimiento religioso. Sí sé que era vegetariano y célibe. Dado que vivía en Taichung, le veía con poca frecuencia, pero cada vez que le visité se desvivió por impartirme una instrucción de lo más sólido. Alumno del famoso Chang Chao-Tung en el continente, el Hsing-I y el Pa-Kua de Wang eran ortodoxos y estaban afinados a la perfección. Con su gran masa, sus enormes manos y su sorprendente velocidad, el objetivo del Hsing-I, ocupar el territorio del adversario, estaba conseguido con toda seguridad. El sistema interno insiste en el cultivo del Qi, la respiración profunda y un planteamiento de los aspectos mecánicos de la lucha drásticamente diferentes a los de Shaolín. Pero al igual que en Shaolín, tiene muchos practicantes que pueden soportar un puñetazo o una patada en la boca del estómago. Wang no sólo posee esta habilidad, sino que además puede usar su gran estómago contra el puño del atacante hasta el punto de romperle la muñeca. Esta prueba la ha realizado por toda Asia y nadie ha llegado hacerle daño ni de lejos. Grandes maestros de karate se han inclinado ante él al no conseguir penetrar en su barriga. Pero esto sólo no hace a un luchador. Frank “Cannonball” Richards, un artista de circo, tiene la capacidad de encajar fuertes golpes en el estómago. De hecho, Harry Houdini murió como resultado de su incapacidad al hacer este tipo de hazaña. Después de no conseguir hacerle nada a Wang en el vientre en una ocasión, le pregunté si podía soportar un golpe en el plexo solar. “Inténtalo”, dijo. Lo hice varias veces sin ningún efecto. Pero más allá de esta especial habilidad, Wang era capaz de hacer algo que no he visto hacer nunca a ningún luchador. Podía encajar cualquier patada en las extremidades inferiores (excluyendo, por supuesto, los genitales). Yo le pateé en las rodillas, las pantorrillas y los tobillos hasta acabar con los pies doloridos sin el menor efecto. Le pregunté, "¿Cómo lo hace?", y él respondió: “Qi”. Estas habilidades no suponen nada más que una capacidad defensiva, pero en Wang, dejaban al atacante sólo dos objetivos: la cabeza y la entrepierna, ambas muy móviles y difíciles de alcanzar. Pero con todo, uno siempre podría preguntarse: ¿ era capaz de luchar? Era capaz y lo hacía. En los últimos años, ha pasado gran parte de su tiempo en Japón y ha peleado contra varios maestros de karate de alto nivel. Ninguno ha llegado ni de lejos a poner en apuros este guerrero de setenta años. En el proceso, ha llegado a despreciar absolutamente el karate. Considera que las formas originales recibidas de China han sido distorsionadas y que las absurdas patadas altas y el endurecimiento del cuerpo no son capaces de garantizar nada enfrentados a la técnica verdadera. Y técnica es algo que le sobra. Utiliza el puño de Hsing-I con un giro de sacacorchos desde una distancia de una pulgada con mayor efecto del que la mayoría de los hombres consiguen con un golpe lanzado con todo el recorrido del cuerpo. John Bluming, campeón de judo amateur holandés y alumno de karate favorito de Mas Oyama, a pesar de haberse hecho daño en la muñeca en una ocasión contra el estómago de Wang, me preguntó por él con cierto escepticismo en una visita que hice a Tokio. "¿De qué más es capaz?", me preguntó John. Yo le acompañé a ver a Wang y le pedí que le enseñara su sacacorchos, pero que lo hiciera con suavidad. Wang puso sus dedos relajados sobre el estómago de Bluming, los cerró en un puño y presionó atornillando. Bluming se derrumbó retorciéndose de dolor y desde entonces ha creído en él. Este puño no es más que una parte de su arsenal. Su palma de Pa-Kua es como el hierro. Sus dedos caen sobre uno como si fueran taladros. Uno de sus trucos favoritos más desagradables es engañar a su contrincante para que se acerque y entonces tirar de él directamente contra su cuerpo mientras golpea al desgraciado con su vientre. Al poco tiempo de conocerle realizó esta táctica conmigo y yo también quedé convencido. Hung I Hsiang me contó posteriormente que a él le había dejado inconsciente con este movimiento. Una conversación que tuve con él después de practicar una noche en la casa de Shang Tung-sheng, es reveladora. Me dijo que para conseguir kung-fu en los dedos no era realmente necesario utilizar polvo de hierro como usan los adeptos de Shaolín. Lo único necesario es un entrenamiento regular de Hsing-I. Muchos luchadores afamados nunca han utilizado polvo de hierro. Un boxeador que conocía en el continente era capaz de romper un ladrillo dándole una palmada, pero esta habilidad le había costado la sensibilidad en los dedos, no era capaz de tomar una moneda. Y esto, razonaba Wang, era una gran pérdida, dado que la capacidad de agarrar vale tanto como la de golpear. Generalmente es preferible golpear con la mano abierta a golpear con el puño. Los dedos son más largos y tienen más capacidad de variación. La clave del "puño erguido" del peng-chuan de Hsing-I, es que al golpear se presiona hacia abajo, forzando una reacción ascendente que facilita el desenraizamiento del adversario. Todos los buenos boxeadores hunden los hombros al lanzar un puño. Finalmente, me dijo que una buena técnica vale más que diez mediocres. Ante mis preguntas sobre Chang Chao-tung, Wang respondió que había estudiado con Chang, desde 1929 a 1938. Al morir Chang, Wang se fue a Pekín y siguió estudiando con Hsiao Hai-po y con el famoso Wang Hsiang-chai en Tientsin. Los alumnos de Wang a menudo tenían que soportar cinco o seis horas en la nieve con los brazos levantados en una postura de abrazo, practicando los métodos de respiración del Hsing-I. Wang Hsiang-chai cayó en tal depresión por la muerte de Chang que cambió el nombre del Hsing-I por el de Ta-Ch’en Quan (Boxeo del Gran Logro). Aunque Wang Shu Chin respetaba enormemente a sus últimos maestros, consideraba que ninguno podía compararse a Chang. En su opinión Chang era superior a otros grandes maestros como Sun Lu-t’ang o Tu Hsin-wu. La enseñanza de Chang era la típica de los grandes maestros. Al principio era suave y observaba desde una silla, pero si el alumno cometía errores repetidamente o era perezoso, le golpeaba. Había muchos boxeadores de alto nivel en el norte de China durante aquel periodo, y en opinión de Wang, Chang había sido el más grande. Algunos se daban publicidad y eran famosos, otros eran hombres misteriosos. Uno de esos maestros misteriosos, esto lo sé por otra fuente diferente a Wang, era Liu Pan-hsien, un albino que vivía en Tientsin. Liu parecía no envejecer. Entrenaba los métodos taoístas de retención de semen. En una ocasión satisfizo a todas las chicas de un burdel de la zona extranjera sin llegar él ni una sola vez al clímax. Liu puede haber sido uno de los maestros del afamado Tu Hsin-wu. Heredero de una gloriosa tradición, este gran hombre, este vegetariano y gran boxeador, continúa enseñando a unos pocos alumnos en Taiwan. En los últimos años ha pasado mucho tiempo en Japón, enseñando Taiji Quan, pero curiosamente no Hsing-I ni Pa-Kua. Phil Relnick, uno de sus alumnos de Taiji Quan en Tokio durante este periodo, me contó que él y otros americanos se estremecían de frío durante las sesiones de ejercicios que se realizaban al aire libre en el frío de Tokio. Para calentarse, se agarraban a la mano de Wang, que despedía calor como un radiador. Era simplemente imposible practicar con Wang y no creer en el Qi.
Traducción: Luis Soldevila. |